miércoles, 10 de octubre de 2012


AGUA, LA GUERRA QUE BROTA (II PARTE Y FINAL)

La primera década del siglo XXI casi concluye y la guerra anunciada por el agua orbita como el mayor conflicto geopolítico de la presente centuria.
En las 263 cuencas hidrográficas internacionales y sistemas acuíferos transfronterizos existentes, donde vive casi la mitad de la población mundial, 158 carecen de marco común de gestión, precisa el informe WWDR-3, de Naciones Unidas.
“Existe una amenaza de estrés por el agua, de huida de los territorios en crisis y, en el peor de los casos, de guerras por los recursos en peligro de desaparición”, alerta el documento.
Aunque el geógrafo estadounidense Aaron Wolf, director del proyecto Transboundary Freshwater Dispute (Conflictos transfronterizos sobre el agua) insiste en que el elemento natural sobresale como motivo de cooperación entre países, ya la ONU contabiliza más de 50 conflictos por su falta.
La cuenca del Trigris y del Éufrates es el centro de un contencioso entre Turquía, Siria e Irak; la del río Jordán, entre Siria, Palestina, Israel, Jordania y Líbano; la del Ganges y el Indo entre Bangladesh, India y Paquistán, y lo mismo sucede con las cuencas del Nilo y del Zambeze.
En América Latina, México y Estados Unidos disputan por el fronterizo río Bravo, además de las enormes dificultades de abastecimiento en la árida franja que los une.
Washington acusa a su vecino de no administrar bien el caudal, que se reduce en gran parte por evaporación, aunque estos argumentos, refieren analistas, encierran intereses relacionados con su privatización.
Diversos investigadores concuerdan en que la invasión a Irak, en marzo del 2003, fue también para controlar los ríos Éufrates y Tigris, los más importantes del Medio Oriente, donde el agua es tan preciada como el petróleo.
En América del Sur, la frecuente presencia del Jefe del Comando Sur de Estados Unidos en la Triple Frontera – entre Paraguay, Argentina y Brasil- constituye una forma de control sobre el Sistema Acuífero Guaraní (SAG), según una investigación del Centro de Militares para la Democracia, de Argentina.
Además, las declaraciones del Departamento de Estado norteamericano sobre la posible presencia de terroristas en esa región, corroboran los intereses de Washington en la zona, precisa el estudio.
El gigante del MERCOSUR, como también se conoce el SAG, es un inmenso reservorio de agua pura, que se extiende desde el norte de Brasil, por parte de Paraguay y Uruguay, y finaliza en la pampa argentina.
En respuesta a los conflictos emergentes, el Banco Mundial continúa invirtiendo y fomentando préstamos, convencido de que la privatización solucionará la escasez, ya que con precios más altos, no se derrocha y habrá un sistema hídrico más eficiente.
El bolsillo ciudadano resulta la medida más recurrente para atenuar la escasez, aunque el vital líquido está definido por Naciones Unidas como un recurso público y no como un objeto de comercialización.
No obstante, la Coca Cola predice que su agua, más cara que la gasolina en algunos países, terminará dando mayores beneficios que sus bebidas gaseosas.
Ya en el 2008 se hizo público que esta compañía envasaba agua potable en Londres y la vendía como agua mineral, a tres euros la botella, por todo el Reino Unido.
Las compañías francesas Vivendi y Suez, la alemana RWE, Thames Water, de Gran Bretaña; y la American Water Works, de Estados Unidos, se disputan el control monopólico del recurso, y, calculan los expertos, para el 2020 serán las dueñas mayoritarias del negocio mundial.
Mientras estos consorcios privados venden agua pura para subsanar el bajo acceso a la salubridad de millones de personas, sus dividendos superan a los de la industria farmacéutica, según la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Entre los años 1970 y 2000 sus ventas crecieron más de 80 veces, y al comenzar el nuevo milenio reportaban una ganancia de 200 mil millones de dólares.
Al monto ganancial se suman también los aportes por la construcción de redes de alcantarillado y saneamiento para potabilizar, distribuir y administrar el líquido.
Sin embargo, ya existen dos antecedentes de oposiciones populares contra los intentos de privatización.
En el año 2000, en Bolivia, la empresa hispano-estadounidense Aguas del Tunari triplicó los precios de ese vital servicio, lo que provocó una revuelta masiva con muertos y heridos en la ciudad de Cochabamba, conocida hasta hoy como “la guerra del agua”, que forzó a recolocar el suministro en manos estatales.
En Ecuador, en el 2003, varias organizaciones no gubernamentales denunciaron el incremento de la participación privada en ese preciado suministro.
El Poder Judicial tomó medidas, pero no se concretaron hasta el 2007, bajo el mandato de Rafael Correa, quien frenó legalmente el proceso privatizador.
La combinación cada vez más explosiva del dinero, los conflictos y ocupaciones territoriales, dan razones a los expertos y organismos globales para que estén alertas en un caliente y sediento mundo, donde nunca faltan motivos para que brote otra guerra.
Katia Monteagudo
11 de abril de 2010
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